sábado, 27 de marzo de 2010

Nuestra casa

Es un hostel, ya les dije que se llamaba Kina Backpackers, y queda sobre una colina, la misma de donde la gente esperaba que llegue el tsunami. Los dueños son Luke y Erin, una pareja con dos hijos, Adam y Hunter. Adam es el niño malhumorado que nos apaga la música porque quiere ver la tela y Hunter es el pequeño de cabeza grande, ambos dos extremadamente activos durante las primeras horas de la mañana.

Como todo hostel, hay gente de la que solo sabemos la nacionalidad y apenas nos damos cuenta si están o se fueron y hay otra que ya es parte de la familia.

En el próximo capítulo hablaré de cada uno de los miembros de esta familia....
 
Hasta la próxima

El barrio

El barrio donde vivo se llama Onetangi, queda lejos de la parte más civilizada de la isla, que vendría a ser Oneroa y donde se concentra la mayor cantidad de argentinidad. Si bien me queda muy lejos del trabajo y como si me encontrara en Bs As tengo una hora de viaje al trabajo, en gran parte porque el transporte no es tan frecuente, prefiero quedarme por estos pagos porque ya lo siento como mi home sweet home. Por la gente, por la playa, por la escalera de 184 peldaños que hay que bajar y volver a subir cada vez que tome el colectivo o para ir a la playa.

La playa es inmensa y hermosa. Es grande, la arena es blanca y el color del agua en general es tirando a verde y sí, es fría, pero vieron que soy medio pescadito y todavía me animo a entrar para nadar. A veces, antes de ir a trabajar, mientras espero el colectivo, me siento en un banquito a mirar, veo gente que camina de punta a punta para pasear el perro muy temprano a la mañana, veo al viejito que baja a la playa desde su casa ya descalzo y en traje de baño, con solo una toalla en el hombro, al pibe que estaciona su van y baja un kayak para dar una vueltita, al que buscamos caracoles como si fuera un gran tesoro… Realmente me siento sumamente afortunada de poder estar disfrutando de todo esto.

Los negocios del barrio se reducen a Charley Farley’s donde tenemos wifi y teníamos precios siempre más bajos, lamentablemente perdimos el contacto de la barra. The Beach Front, una especie de fast-food local, muy familiar y la Shell, que vendría a ser como el chino de cualquier barrio porteño. Algo que noté de este país y que merece un gran reconocimiento es lo moderados que son en cuanto al consumo. No vi lujosos autos, ni mansiones majestuosas ni consumismo extremo, y realmente me parece valioso destacarlo como una gran cualidad.

El oficio de moza

Bueno, I have to admit that it took me a while to leave the office girl behind a computer and slowly and gradually becoming a full-time waitress. Los desafíos que depara esta nueva tarea pueden clasificarse según su nivel de dificultad: fajinar cubiertos y copas: fácil; abrir una botella de champagne sin hacer ruido y sin derramar burbujas sobre ningún cuerpo móvil: moderado; y llevar tres platos y llevar los platos correctos a los clientes correctos: extremadamente difícil… Bueno, ya no me estreso tanto y ahora puedo decir que me relajé y estoy disfrutando mi nueva habilidad… ja ja ja. Para todos lo que no me tenían confianza, todavía no rompí nada, al menos no delante de los clientes, y no me comí ninguna papa frita por el camino. El otro día cuando salí al patio con una bandeja de copas de champagne en unos vasos muy muy finititos, se levantó un viento cuando me quedaban apenas dos copas y me empapé. Pero nadie se percató o actué como si nadie se hubiera percatado y me fui a cambiar de ropa rápidamente.

El lugar donde trabajo se llama Cable Bay, es un viñedo que tiene un restaurante. Tiene una vista impresionante desde donde se puede ver Auckland. En el patio/jardín/parque hay esculturas, en su gran mayoría de artistas kiwis muy modernosas, y muy copadas. By the way, debería sacarles fotos… Tengo que vestirme toda de negro, para lo cual tuve que hacer unas comprillas, solo porque era una necesidad… yo que pensaba trabajar de mini de jean y ojotas… Me dan una camisa y un delantal con el nombre bordado.

Lo más gratificante de mi nuevo trabajo es poder encontrar gente que se interesa y te pregunta de dónde sos y realmente me gusta mucho poder contarles un poquito de nuestro país y de mi historia. Conocí un señor que el hijo médico viajaba en poco tiempo a trabajar a Argentina, un viejito que festejaba su 80 aniversario y que aparentemente era un ex rugbier muy muy conocido que lamentablemente yo desconocía, un señor que estuvo en Buenos Aires y me nombró todos los barrios porteños y un chico que fue hace un montón y se sorprendió de lo mucho que se fumaba en los lugares cerrados y que, por hacer una broma, un amigo terminó en cana.

Alerta máxima

Muchos recordarán esta famosa frase… pero esta vez era posta posta, bah no tanto. Entonces dormía en el dorm con muchas otras personitas y first thing in the morning (let’s say 7) the owner of the hostel, Luke, opens the door of our room firmly and abruptly and con cara de pánico dice: there has been an earthquake in Chile, 8 point 8, there is an alert that a tsunami might hit the island, stay away of the beach. Todas las personitas de la pieza nos miramos con cara de dormidos y de qué tenemos que hacer o qué podemos hacer y, sin consulta de por medio, decidimos que lo mejor que podíamos hacer era seguir durmiendo. Should the tsunami eventually hit the island, it would have found us peacefully sleeping. Ese día eran las beach horse races, lo que para la isla es THE EVENT OF THE YEAR y se canceló por un tsunami que nunca fue. Lo más gracioso de todo fue que había gente congregada en lo alto de la colina mirando hacia el mar…. Como si estuvieran esperando la GRAN OLA! Por suerte, nunca se reportó ningún daño y sigo sana y salva.

jueves, 4 de marzo de 2010

Fin de semana de hermanos


Nos vinieron a visitar Maru y Euge a la isla. El sábado fuimos con Juje a Palm Beach, por recomendación. Al lado de esta playa hay una playa nudista. Lo que no nos dijeron que no íbamos a encontrar cuerpos esculturales y musculosos, sino viejitos hippies con sus carnes flácidas expuestas al sol. Obviamente, al principio nos daba vergüenza cruzar la línea imaginaria que nos separaba de la liviandad del ser, pero finalmente de a poquito nos fuimos acercando. En fin, todavía no me animé a exponer mi carne al sol del pacífico… y si algún día llego a hacerlo, seguramente les contaré la experiencia. Mis compañeras con una vista más agudizada percibieron que uno de los viejitos cubierto solo por un sombrero de paja y lucía dos piercings (juro que yo solo alcanzaba a ver uno) estaba experimentando los efectos de la pastillita azul. Y nosotros hablábamos como si nadie podía escucharnos y entendernos…. hasta que pasó lo predecible… el señor habló… y habló en español… Con un acento que no pudimos reconocer dijo: Son de Argentina? Obviamente, respondimos con un tímido y sonrojado Sí… y seguimos de largo. Un papelón!



El domingo alquilamos un auto. Era más la emoción de manejar con el volante a la derecha y manejar sobre la izquierda que la necesidad del auto. Pero bueno, fue muy buena la experiencia y para nada difícil. Lo que facilitaba aún más la aventura era que el auto era automático (Sí Daf, me acordé de vos!!!!) . Visitamos una playa que está bien alejada. Hermosa, muy tranquila. Con árboles y parrillas eléctricas. Sí, hay varias parrillas eléctricas instaladas al costado de las playas. Nosotros nos preparamos unos súper sándwiches y disfrutamos del paisaje. Una vez que la vista se agotó de tanta belleza, decidimos unánimemente partir para otra playa. Y aquí empezaron los problemas del trío galleta que con un niño al volante, una desorientada por naturaleza y una rozapuentes sin darse cuenta no podía encontrar el nuevo punto de destino y nos pasamos dando vueltas y vueltas buscando una playa que habíamos visto en otra oportunidad, pero que ahora parecía haber desaparecido. Finalmente, antes de que caiga el sol, volvimos a Palm Beach para hacer las pases con unos ricos mates y unas galletas con chispitas de chocolate. La familia unida de nuevo!

On the island of beaches and wine

Llegamos con Esteban, el pendex en ferry. Solo son 35 minutos y se nos hizo muy corto porque nos pasamos 34 minutos sacando fotos. Llegamos y nosotros pensamos que, como era una isla, tenía que ser chiquita y que se podía llegar caminando a todos lados. No, no es así. Perdimos el bus que llega 5 minutos después del ferry así que tuvimos que esperar hasta el próximo. Mientras tanto, preguntamos por un hostel y así terminamos en Kina Backpackers. Finalmente, llegamos. Eran las 6 de la tarde aproximadamente y no podíamos creer el paisaje que teníamos enfrente de nuestros ojos. El mar tan tranquilo y tan cerca. Que mas podía pedir, no? Siento que lo que algún día imaginé, lo estoy viviendo, pero es una rara sensación de que algo que me parecía imposible o poco viable ahora lo estoy viviendo con tanta naturalidad. Eso me hace pensar que deberíamos detenernos más a pensar en lo que sentimos, en lo que vivimos, en lo que experimentamos, para disfrutarlo y para valorarlo más.

Basta de cemento

I'm a bit behind with mis crónicas, espero sepan entender, internet no es tan fácil como parece acá... Por suerte ahora en el hostel la liberaron y es gratis!!! Así que ahora aprovecharemos...


Después de una semana en Auckland, una pequeña ciudad, pero una ciudad al fin, con todo lo que ello implica, gente coming up and down Queen St., la calle principal, donde está la mayoría de los negocios, donde todo se concentra en unas cinco a siete cuadras, y con la sensacion de seguir en Buenos Aires, y como ya saben no es lo que queriamos... buscamos otro destino.

De todas maneras, se disfruta, es lindo conocer lugares, olores y descubrir cosas nuevas... entre elllas.... Starbucks!!!! Caramel mochiatto, a must! Por suerte en esta isla no hay, porque si no voy a salir rodando... So far, ninguno de los Starbuck guys pudo pronunciar o escribir bien mi nombre. Lorrena, Loren, Lorina...

En fin, dije basta a la ciudad y cuando comence a buscar el nuevo destino, alguien me dijo que Waiheke era un isla muy linda y que podia conseguir trabajo. So there we went...