lunes, 31 de mayo de 2010

Kiwiland

Así llegamos a Mt Maunganui, una ciudad hermosa, donde dijimos: Acá nos quedamos, y al día siguiente estábamos en Katikati, no siempre nos sale todo como queremos. Teníamos un listado de las “packhouses” (empaquetadoras) de kiwi y fuimos recorriéndolas de una en una. Como la temporada ya estaba más que iniciada, no había lugar en ninguna, hasta que llegamos a Western Orchards, donde hablamos con Sean y también nos dijo que no necesitaban más gente. Pero como a veces me sale la artista de adentro, puse mi cara de gatito de Shrek y, cuando me preguntó dónde estábamos durmiendo, le dije que en el auto, junto a la playa, y se ve que enternecí el corazón de este buen hombre y nos dijo que les dejáramos nuestros teléfonos y si se enteraba de algo, nos llamaba, pero que si no teníamos otro lugar para dormir que nos quedáramos ahí, que teníamos ducha y todo. Hay gente buena, y es lindo que se presente en nuestro camino. Al mediodía nos estaba llamando que podía incluirnos en uno de los grupos de “pickers” (recolectores) de kiwi. Y Oh my God! Ya sabemos que somos Machito y Pocho la Pantera, pero después del primer día quedamos destruidas!!!

Al día siguiente, nos, digamos, ascendieron y nos pasaron al packhouse y, again, Oh my God!, nunca había hecho nada tan aburrido, pero, les juro, muy pero muy aburrido. Pero con el correr del tiempo, me puse a pensar (imagínense tooooodo el tiempo que tenía para pensar) que no tenía nadie que gritara y solo disfrutaba de eso.
Este packhouse tiene una particularidad, la mayoría de los que trabajan acá son abuelitos, es como estar en el set de filmación de Cocoon, se acuerdan de esa peli…. Bueno, igualito, igualito. Los viejitos son lo más, están felices de estar haciendo algo, y se cagan de risa de todo.

Yo tengo una nueva amiga, Laura, y es un amor de persona. Debe estar en sus sesenta y largos y teníamos largas charlas que hacían que la ardua tarea del empaquetador de kiwi fuera más amena y la adoré más cuando me dijo que le gustaría hacer bungy jumping y que le encantan las montañas rusas. Y su último deseo antes de despedirme era que encuentre a Mr Right, cuando lo que yo quiero es encontrar al menos a un Mr Quite Right. Su Mr Right es una dulzura que cada tanto se acercaba a abrazarla o a hacerle una broma. Un día le dije que tenía mucha suerte de tener a su lado una persona así y me dijo: He loves me. Qué lindo ver que a pensar del tiempo, hay parejas que se siguen queriendo. Nota al pie: hoy intenté hacer mermelada de kiwi porque quería llevarle de regalo, pero como todos sabemos, me sale bien la cara de artista, pero no la de cocinera, y no salió… y encima me tenía fe, así que ahora tendré que pensar en otro regalo.

Los jóvenes integrantes que bajábamos el promedio de edad de la población éramos una pareja de argentinos Mechi y Esteban, que sabemos que al principio no querían saber nada con que estuviéramos ahí, una checa con la que hablamos de temas impensables en este momento como su vestido de casamiento y el nombre de sus hijos y su novio Deny, un africano devenido en árabe Moe my pero muy muy sociable que viaja en alfombra voladora y una francesa Fabou que se expresa excesivamente su alegría cuando su novio Manu is coming.

Viaje al norte de la isla norte



Bueno, amigos, como dice Lape, me reporto después de un tiempo de desaparición o de inactividad. Después de dejar mi querida isla de Waiheke, del paso por Auckland y la adopción de Pukeko, partimos para el norte. Fuimos de oeste a este. Luego nos enteramos que la gente “normal” hace el recorrido de este a oeste, que la guía de cabecera, the Bible, la Lonely Planet describe el recorrido de la misma manera. Se nos antojo y listo! La primera ciudad donde dormimos se llamaba Omapere. Los factores determinantes para seleccionar el lugar donde aparcaríamos nuestro carro eran la vista panorámica, la seguridad física y, ante todo, la cercanía a un baño. Y sí, somos señoritas… a veces. Creo que ya tenemos amplio conocimiento como para editar una guía sobre los baños públicos de Nueva Zelanda, que,  por cierto, aunque no en un cien por cierto, son amplios, tienen papel higiénico bajo llave y muchos tienen decorados hippones en el exterior. 

La segunda noche dormimos en Ahipara. Y se ve que tanto mentalizamos una cama y una ducha que las conseguimos. En este lugar comienza la ninety-mile beach, que en realidad son 90 kilómetros de playa, playa y más playa. Aquí nos detuvimos para disfrutar de la playa y como aun no teníamos todos los requisitos cumplidos para quedarnos en el lugar, nos cambiamos y nos metimos al mar. Luego,  matecito y atardecer exquisito. Lejos, hasta ahora el mejor atardecer ever! Mientras tanto, en el mismo lugar, a pocos metros de la escena se divisaba un grupo de personas de sexo masculino, con tablas de surf y … me creerían si les digo que estaban buenísimos, que rajaban la tierra, que tenían unos cuerpos torneados y dorados….No, obviamente que no, eso solo pasa en las películas! Pero bueno, uno se animó a acercarse a las damiselas y luego se incorporaron algunos más con mayor timidez. El amable muchacho nos invito a su casa, nos convido agua (bien de lujo en NZ) para una ducha calentita y hasta nos hizo de comer. Para los que estén pensando… Lo hizo gratuitamente. Al día siguiente, el dueño de casa fue a trabajar como correspondía y las invitadas siguieron abusando de la hospitalidad de este buen hombre.

Al día siguiente seguimos viaje hacia el norte nortísimo de la isla norte. Cape Reinga, donde se unen el océano Pacifico y el Mar de Tasmania, es un lugar IM-PRE-SIO-NAN-TE! porque se ve como el mar va para un lado y el océano para el otro, me explico? La historia detrás de este lugar cuenta que los maoríes creían que es el lugar donde los espíritus parten cuando dejan el mundo terrenal… bueno, creo que era así… o algo así…, pero está buena la historia.

Luego seguimos bajando por el este, con todo el tránsito en contra, porque, como ya les dije, hicimos el recorrido opuesto a todo el mundo, como siempre viento en contra. Entramos a diferentes playas, como Spirits Bay, Matapouri Bay, Whale Bay, todas muy bonitas, pero solo pudimos disfrutarlas desde la orilla, porque los días ya están mucho más fresquitos.

Y bueno, después de las vacaciones de las vacaciones, volvimos a la ciudad, Auckland, para decidir cuál sería nuestro próximo destino. Esta vez, muy que nos pese, con el objetivo de trabajar.